domingo, 31 de agosto de 2008

Quiero tener mi propia caja

El otro día iba paseando por la orilla del río con unas amigas y de repente nos encontramos con esto. Un grupo de 4 personas muy bien vestidas iban cargando con una caja de cartón en la que se podía leer el cartel de "se vende".

La posaban en el suelo y, jugando el papel de agentes inmobiliarios empezaban a preguntar a los niños que pasaban por allí si querían meterse en la caja. Primero metían un niño y cerraban la tapa, y desde fuera le preguntaban: cómo estás ahí dentro? el niño gritaba: bieeeeennn!!!! y los agentes gritaban contentos: está bieeeeen!!!!

Luego metían otro niño, y otro, y otro, haciendo siempre el mismo juego. Al final, tenían 4 niños dentro, y les volvían a preguntar si estaban bien. Los niños, por supuesto, contestaban contentos que estaban bien así que ellos alardeaban de la calidad de la propiedad que estaban promocionando. Al final sacaban a los niños y les preguntaban si querían comprar la caja, le daban a cada uno su contrato de compra y les felicitaban por su adquisición. Luego cerraban la caja, la subían a hombros y continuaban su camino.

Esto no duraba más de 5 minutos, y luego irían parándose en otros lugares a lo largo de la ciudad. Me pareció una forma muy original y divertida de protestar por el tema de la vivienda. No decían nada al repecto ni repartían ningún tipo de panfletos, pero no era difícil darse cuenta de lo que estaban representando. Además, hacían muy bien su papel.

Y es que en España nos quejamos por el tema de vivienda, pero creo que aquí es incluso peor. Para que os hagais una idea, yo pago 600 libras mas gastos al mes por una habitación en un piso compartido, que vienen siendo unos 800 euros. Vale que es un buen piso y está bien situado, pero ya he visto unos cuantos por el mismo precio en condiciones muchísimo peores. En Londres es difícil bajar de las 500 libras, por supuesto siempre compartiendo, a no ser que te metas en un piso de 4 habitaciones donde viven 10 personas, te vayas a la zona 4 o cosas por el estilo. También están los pisos donde el salón se ha convertido en una habitación y se reparte un poco más la renta, pero hablando de pisos normales, y sin salir de la zona 2 yo no he visto nada decente que baje de lo que yo estoy pagando ahora. Es más, he visto cosas bastante "indecentes" por ese precio e incluso más.
Ahora cuando pienso en lo que pagaba en Galicia me da la risa. Durante mis años de estudiante solía pagar unos 120 euros al mes, estando en pisos pasables y bien situados. El último año fue cuando más pagué, pero eran 185 euros por un piso que estaba muy bien y en una de las mejores calles de Coruña (siempre compartiendo). Vamos, que con la mitad de lo que pago aquí podría alquilarme un piso para mí sóla en cualquier ciudad de Galicia.

Ya sé que es absurdo hablar de precios de vivienda sin hablar de sueldos, pero no es difícil suponer que aquí los sueldos no quintuplican los de allí, mientras que el precio de la vivienda sí lo hace. Si a eso le sumas que el nivel de vida aquí está mucho más alto, me atrevería a decir que Galicia es un paraíso para recién licenciados (en cuanto a este tema)

Si hablamos de Madrid o Barcelona la cosa cambia, y por lo que he oído no difiere mucho de lo que tenemos en Londres, pero como no lo he vivido no puedo comparar (espero vuestros comentarios) Tampoco puedo hablar de la compra y las hipotecas porque ya eso ya son conceptos que han desaparecido de mi base de datos, pero supongo que la relación viene a ser la misma que en los alquileres.

Con este panorama, si decido quedarme aquí unos años o quiero irme a otra ciudad grande tengo que asumir que nunca voy a poder comprar un piso, y que probablemente siga compartiendo a los 40 (bueno, los de Friends lo hacen y no están tan mal, no?). Ahora bien, si vuelvo a Galicia podré meterme en una hipoteca, pero eso significaría el final de mi vida y de mi libertad, con lo cual llegaría a los 40 viviendo sóla en un piso propio del que no puedo salir porque no tengo dinero para otras cosas, y lo peor es que esto se alargaría hasta el final de mis días.
Qué opción tenemos entonces? tendré que volver a Galicia y compartir piso hasta los 40 para ahorrar dinero y poder hipotecarme a los 50? o vuelvo a casa de mis padres y sigo chupándoles la sangre hasta los 60 para que luego mis hijos me chupen la sangre a mi hasta los 70? y todo esto ....no debería haber podido planteármelo a los 22??

martes, 26 de agosto de 2008

Welcome the world

Pero a dónde va toda esta gente???

Y tanta policía???

Y ese helicóptero??

pero qué pasa aquí???

Pues si estamos a finales de Agosto, y suponemos que esto es Londres... no podemos estar hablando de otra cosa que del Carnaval de Notting Hill. Según dicen, es el carnaval más grande de Europa, siendo sólo superado por el carnaval de los carnavales, por supuesto, el de Río, pero yo voy a decir así en bajito que creo que lo de grande se refiere al número de personas que asisten a él y a los kms que ocupa. No puedo negar que es impresionante, creo que en mi vida había visto tanta cantidad de gente a mi alrededor, que allí mirabas para un lado y veías esto...

mirabas para el otro y veías esto...

y asín sucesivamente si seguías girando la cabeza.
Na, un millón de personas, así aprox... dicen que asistieron (imos) aunque a mí me parecían incluso más.
Ahora bien... lo que es el carnaval en sí, tengo que decir, también en bajito, que me decepcionó un poco, al igual que a los que iban conmigo. Bueno, he de comentar que aquí el carnaval como lo conocemos nosotros no existe (que ya os veía yo con la intención de veniros con la minifalda de vuestra hermana, la peluca rubia y los tacones...), y esto que ellos llaman carnaval consiste en festivales callejeros en los que un determinado grupo cultural (o varios) montan un desfile de carrozas y disfraces que se convierte en la excusa perfecta para liarla gorda.

En este caso son los miembros de la cultura Afro-caribeña, con su particular sentido de la fiesta, del color y del baile-menea-tu-culito los que llevan encargándose de levantar semejante espectación desde el año 1966, con la intención de dar respuesta a las discriminaciones raciales de las que son víctimas y siempre bajo la premisa de una convivencia pacífica entre culturas.

Miles de puestos de comida y bebida a lo largo de las calles, y un montón de escenarios de música salpicados entre ellos donde los diferentes colectivos se apelotonaban para mostrarnos sus dotes de baile y la forma de divertirse de sus correspondientes países.

El desfile, en mi opinión, dejaba mucho que desear... También influye el hecho de que no vieras un carajo nada entre toda la multitud, pero lo poco que pudimos atisbar creo q sería suficiente para que cualquier Canario que se precie soltara algún comentario al respecto.

Que siiiiiiiii, que había trajes muy chulos, que la mezcla de colores, de plumas, de ritmos y demás es muy interesante pero...... el más grande de Europa??

Ahora bien, como fiesta en la calle es simplemente descomunal. Allí todo el mundo cantaba, bailaba, reía, gritaba.. soplaba el silbato-flauta-corneta-o-lo-que-fuera, comía, bebía.... en definitiva, todo el mundo disfrutaba de una buena fiesta, mezclándose con la multitud y pasándoselo en grande. Una buena forma de demostrar que todos somos iguales, y es que a la hora de divertirse no hay diferencias, seamos de donde seamos, a todos nos gusta pasarlo bien!

Y a pesar de que nosotros no estábamos muy metidos en el ambiente, sí nos dimos cuenta del buen rollo que se respiraba, que para ser una congregación de un millón de personas entre las cuales más de la mitad están totalmente alcoholizadas, allí no vimos ningún tipo de percance. Claro que igual en esto tienen algo que ver los cientos de policías que había en cada esquina...

Las noticias dicen que al final el carnaval terminó en violencia, con unos 300 detenidos y no sé cuantos heridos, pero creo que eso es algo inevitable en un evento de estas características. Es una pena que una fiesta termine de esa manera pero qué le vamos a pedir a este mundo. Aún así, me parece que el balance está bastante bien, y que de no ser por la organización y la seguridad londinense podría haber acabado muchísimo peor.

En fin, tendré que ir al de Río, más que nada para poder comparar, no?


viernes, 1 de agosto de 2008

La otra cara de la moneda...

Hoy me siento triste. Hoy ha sido uno de esos días (uno de los muchos que ya habido, que habrá, y a los que ya puedo ir acostumbrándome) en que alguien se despide de Londres, y por lo tanto de mi. Y es duro.

Londres es una ciudad increíble, no puedo decir lo contrario. El ritmo al que se mueve es vertiginoso y todo lo que puedes descubrir, vivir, sentir aquí es algo que yo no sería capaz de expresar con palabras. Londres es cambio. Londres es movimiento y es velocidad. Y eso es precisamente lo que me atrae de esta ciudad. Pero esa incesante transformación, ese ir y venir de sensaciones, de gente, de lugares, de impresiones... que no dejan de sorprenderte cuando llegas, es precisamente lo que de repente se vuelve contra ti y te hace odiar todo eso.

Llegas a esta ciudad y todo es nuevo. Todo te
fascina. Cada día es un descubriento, ya sea de un lugar, de una persona, de un sabor, de un olor... y eso mantiene tu mente distraída. Apenas tienes tiempo para pensar en lo que has dejado atrás sin que te atropelle lo que tienes delante y por lo tanto lo que haces es dejarte llevar por la corriente sin pensar en nada. Pero aún así, cada vez que haces un nuevo descubrimiento, cada vez que te sientas al sol en un parque o ves algo divertido en la calle... cada vez que haces una de esas cosas que te gustan, no puedes evitar pensar en la gente con la que te gustaría compartirlas, y les echas de menos.

Entonces empiezas a conocer gente aquí, empiezas a compartir cosas con esas nuevas personas que ahora ocupan tu vida, y esa gente empieza formar
parte de "tu gente". Por supuesto no son tu familia, ni tus amigos de toda la vida, pero poco a poco vas cogiéndoles cariño y te apoyas en ellos para suplir la ausencia de todas aquellas personas a las que echas de menos. Pero de repente un día llega Londres y los echa fuera, como si alguien hubiera entrado por la otra puerta y estuviera empujando hasta que alguien sale disparado por el otro lado. Y así, poco a poco, van saliendo disparados todos esos nuevos amigos que habías hecho aquí.

El primero fue Igna y después Helena. En sus casos se hace menos difícil, primero porque los dos se fueron con un billete de vuelta pegado a la suela de su zapato, y segundo porque, si se diera el caso de que no volvieran, son españoles y sabes que el contacto siempre va a ser más sencillo. Pero hoy tuvimos las cervezas de despedida de Aaron, que se marcha la semana que viene. Aaron es de Nueva Zelanda, y dado que le surgió un problema familiar, de repente tiene que dejar Londres y volver a casa. Yo apenas le conozco... trabajamos en la misma oficina y simplemente compartimos las horas de la comida. No sé casi nada de él, pero Aaron es de esas personas que sabes que puedes contar c
on ellas. Ultimamente se había convertido en un gran apoyo para mí dentro de la oficina y sobre todo en mi principal fuente de sonrisas, y ahora que empezaba a conocerle mejor de repente ha sido escupido de la ciudad como todos los demás. Pero Aaron no lleva billete de vuelta, y él no se va a España, sino que se va a Nueva Zelanda. Esto me pone muy triste, me hace pensar que quizás no vuelva a verle nunca más, y lo peor de todo es asumir que eso es lo más probable.

Es duro, y es duro pensar que tienes que acostumbrarte a esto porque vas a tenerlo cada dos por tres. Yo llevo 4 meses y 3 despedidas, sin contar a mucha otra gente que se ha ido pero que no llegaron a ser tan cercanas. También hay que sumar la gente que ha estado en Londres "de paso", porque su vuelo hacía escala aquí, porque han venido a hacer un curso de inglés temporal o que simplemente han estado en Londres de vacaciones. Así, la lista de personas que echaba de menos se va haciendo cada vez más y más grande y el número de despedidas se va multiplicando.

Y es difícil acostumbrarse, por no decir imposible.
Supongo que se puede sobrevivir, intentando evitar pensar en ello, dejar a un lado estos pensamientos y mirar sólo hacia lo bueno de estar aquí. Pero creo que nunca se consigue apartarlos del todo. Sé que la morriña irá creciendo y poco a poco se irá comiendo todo lo demás hasta que Londres se agote por completo.

Supongo que llegará un día en que el frasco estará lleno y a punto de explotar. Supongo que ese será el día en que vuelva a casa. Como ellos.

Adios Aaron :(